Cuando no se pertenece al selecto grupo de superdotados genéticos que cumplen 100 años con una salud envidiable, llegar a los 80 con las arterias cerebrales saludables y un buen estado de ánimo es una buena señal de que aún quedan años por vivir.
Pero eso no es todo: calzarse las zapatillas a esa edad para hacer 30 minutos diarios de alguna actividad física fue aún más efectivo que controlar cualquier factor de riesgo, como la hipertensión, la obesidad o el tabaquismo, por ejemplo, para prolongar la expectativa de vida, por lo menos, otros cinco años.
Eso es lo que demostró el primer estudio en el país para conocer por qué hay personas que viven más allá de los 80, la edad que hoy se considera límite, sin los genes más favorables y con problemas neuropsicológicos que normalmente acortan la vida, como el Alzheimer, la enfermedad cerebrovascular o la depresión.
"Se trata de una población que estamos recibiendo cada vez más en los consultorios y que no incluye sólo a los que llegan a esa edad sin enfermedades, sino también a los que ya tienen problemas y, aun así, superan esa expectativa de vida. Lo que nos preguntamos, entonces, es qué factores los protegieron para poder llegar a los 80 y qué es lo que les permite seguir viviendo", explicó a LA NACION el doctor Ricardo Allegri, profesor de neurología del Instituto Universitario Cemic, e investigador del Conicet y del gobierno de la ciudad de Buenos Aires.
Para saberlo, Allegri y los doctores Fernando Taragano, Pablo Bagnati y Janus Kremer controlaron durante cinco años la salud de 337 hombres y mujeres de 80 años, que, por algún motivo, habían consultado en un servicio de neurología de tres ciudades: Buenos Aires, Mar del Plata y Córdoba.
Las principales enfermedades fueron las demencias (tipo Alzheimer, frontotemporal y de cuerpos de Lewy), la enfermedad cerebrovascular, el deterioro cognitivo conductual y la depresión. Cada tres meses, los médicos les hicieron pruebas clínicas, radiológicas, de laboratorio e intelectuales.
Los resultados, que se presentan hoy aquí, en el 16° Congreso Internacional de Psiquiatría, sorprendieron a los especialistas. A los cinco años, seguían vivas seis de cada diez (el 58%) personas sin enfermedad cerebrovascular versus apenas tres de cada diez (el 32%) con lesiones en los vasos sanguíneos del cerebro.
"Esa diferencia es la sana consecuencia de haber prevenido la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el sedentarismo, el tabaquismo, etcétera, entre los 40 y los 60 años -precisó Taragano, profesor titular de psiquiatría e investigador principal del Instituto Universitario Cemic-. Evidentemente, llegar a esa edad vascularmente sano es un predictor importante para vivir entre los 80 y, por lo menos, los 85 años. Si no, las probabilidades de morir en esos cinco años aumentan."
Lo mismo ocurrió entre los pacientes con depresión y sin ella: sólo tres de cada diez personas deprimidas a los 80 sobrevivieron hasta los 85, mientras que cinco de cada diez pacientes con buen estado anímico seguían vivos a esa edad.
"Claro que es muy importante controlar los factores de riesgo cardiovascular desde la juventud, pero lo más probable es llegar a los 80 con varios de esos factores. Si a pesar de eso, se llega, esas variables no serán las más importantes a partir de entonces. En eso, este estudio es totalmente novedoso", agregó Taragano.
Para Allegri, todo esto demuestra que "no hay que empezar a trabajar con los factores de riesgo cardio y cerebrovascular, sino a partir de los 30 como una inversión en prevención a futuro".
Pero otra muy buena noticia que aportó el estudio fue que una indicación tan sencilla como hacer 30 minutos de actividad física (nadar, caminar, hacer gimnasia acuática, bailar o andar en bicicleta) cinco días por semana fue la mejor intervención clínica para prolongar la expectativa de vida a partir de los 80 años.
"No hay que matarse: el máximo es, por ejemplo, caminar ligero con zapatillas y ropa cómoda. Si ya se hacía alguna actividad física, mejorarla un poco", aconsejó.
En el estudio, el 78% de las personas que iniciaron alguna actividad física de manera regular y según las indicaciones de los médicos seguía vivo a los 85, mientras que de los que se mantuvieron sedentarios sobrevivió apenas el 46 por ciento.
"La salud cerebrovascular, el estado anímico y el ejercicio son claves, pero la actividad física es la variable que más sobrevivientes aportó", finalizó el autor.
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