Semana Santa es una época ideal para la práctica del deporte. Se asoma la primavera y las ganas de disfrutar con una actividad al aire libre. Pero es el deporte saludable, ¿o no? Ésta es la gran incógnita que trataremos de despejar con la ayuda del doctor Agustín Álvarez, especialista en cirugía ortopédica, traumatología y medicina del deporte, y jefe de los servicios médicos del Bruesa GBC. Y es que la aparición de lesiones óseas y reumáticas a temprana edad, y el hecho de que problemas de salud ligados a la tercera edad se desaten a los cuarenta años o, incluso antes, se han convertido en un fenómeno social. El fervor por mantener una vida sana, la pasióncompetitiva y el culto al cuerpo están haciendo insano al deporte.
«El problema no es hacer deporte, sino abusar o hacerlo mal. La alta competición no es saludable, por la exigencia que implica en forma de entrenamiento y exigencia al propio organismo. El afán de superación lleva al cuerpo al límite y ello deja siempre secuelas», asegura el doctor Álvarez, quien sin embargo, sí defiende su práctica controlada como una actividad más de ocio.
Y es que, como apunta, el deporte realizado con control es beneficioso para la salud. Tonifica el aparato cardiorespiratorio y el metabolismo del organismo, aporta más colágeno al aparato locomotor y mejora el tono vital. Además, evita el sedentarismo y otras prácticas nocivas para la salud.
Pero, eso sí, hay que realizarlo con un control y en su justa medida. Hacer ejercicio es bueno y se recomienda incluso para reducir el impacto de las patologías musculoesqueléticas crónicas, como la artrosis, pero teniendo en cuenta siempre dos factores, como recuerda el doctor Álvarez. «El primero, es no querer ser el 'campeón del mundo', porque no se reúnen las condiciones para ello. Se debe asimilar la práctica a la condición física -orgánica, muscular y cardiorrespiratoria- de cada uno. El segundo, es adaptarlo a la edad, no física, sino deportiva. Puede haber una persona de 70 años en mejor condición que una de 28. Pero conforme pasan los años tendrá que ir adaptando su actividad física. Cada persona tiene una condición, por eso no suele ser recomendable salir a correr en grupo para un debutante, porque el nivel de los demás puede exigirle demasiado».
¿Pero qué deportes son beneficiosos para mejorar la salud sin ponerla en riesgo? La premisa básica es que todos son saludables si se practican en su justa medida, pero para un principiante los más recomendables serían los aeróbicos, como la natación, el ciclismo, el remo ergométrico o el footing, éste último con matizaciones, porque depende de varios aspectos como la constitución física del praticante, sobrepeso o estado de sus caderas, rodillas o tobillos.
Otros, más populares, serían deportes de juego en los que el salto es un componente importante (fútbol, baloncesto, balonmano, voleibol...). La clave aquí radica en saber adaptar el componente técnico al físico. Es decir, que quien practique estas modalidades se asegure de poseer la condición física necesaria para que su práctica resulte beneficiosa por encima de su habilidad técnica para el juego.
Lo mismo ocurre con las artes marciales, como el judo o el karate, en los que también se requiere una determinada capacidad física para evitar, sobre todo, secuelas en las articulaciones (codo, hombros, caderas...).
Las 'tres horas' del ski
El doctor Álvarez hace hincapié en un deporte muy popular para los guipuzcoanos como es el ski, que a su juicio no suele practicarse en las mejores condiciones. Salvo por sus consecuencias traumáticas, lo recomienda por el beneficio que tiene para la salud y el entorno en el que se realiza, aunque siempre cumpliendo 'la regla de las tres horas': no ponerse a esquiar de inmediato tras un viaje de más de tres horas, no esquiar más de tres horas seguidas y no hacerlo después de las tres, sobre todo por el estado de la nieve. «Normalmente muchas de las lesiones que se producen esquiando suelen darse en la última bajada, cuando el organismo está más cansado y el estado de la pista es peor», asegura desde su experiencia.
Dentro de los 'deportes de herramienta', el squash es el menos recomendable para el principiante en su opinión. «Hace unos años era el deporte favorito de los ejecutivos. Lo utilizaban para aliviar el strees laboral, pero ponerse a más de 200 pulsaciones después de una jornada cargada no es lo ideal para relajarse. Además requiere de una condición física muy buena, por lo que se dieron varios casos de infarto en poco tiempo».
La pala, el tenis o el paddle, de menor exigencia, son más saludables, aunque con matices. «Por encima de las cuestiones técnicas, hay que tener una buena base para que no aparezcan dolores articulares. Muchos van a sudar como locos durante una hora para quemar la cena del día anterior o una comida, y no saben que lo que pierden lo recuperan luego con una cerveza. Hay que llevar una práctica más continuada y menos agresiva para que esa actividad sea beneficiosa».
En general, antes de dedicarse a una actividad deportiva, es necesario ponerse en forma. Un esquiador que volviese después de diez años sin tocar la nieve debería antes muscular los hombros durante varias semanas para evitar problemas. Es conveniente consultar siempre con un especialista en medicina deportiva o a un preparador personal antes de iniciar la actividad.
Artrosis y artritis
Las consecuencias de una mala práctica deportiva no tardan en aparecer. Lo usual es que rodillas, caderas, columna, tobilos... se duelan del sobreesfuerzo cuando se practica ejercicio en una intensidad más allá de lo aconsejable.
Los médicos ven cada día más casos de artrosis -deterioro del cartilago- o preartrosis, pero lo que les inquieta es que la patología se está convirtiendo en común en adultos jóvenes, en torno a los 40 años, en los que el deterioro de las articulaciones no obedece tanto a la edad como a una mala práctica deportiva. Los especialistas recuerdan la importancia de prevenir este daño, pues la artrosis es una patología crónica y, por ahora, tiene pocas opciones de tratamiento eficaz más allá de la cirugía.
Pese a que se confunden, la artrosis y la artritis -lo que se llama dolor o reuma-, son dolencias distintas. Eso sí, ambas pueden ser incapacitantes, por el dolor y porque limitan el movimiento. Los casos de ambas patologías se multiplican porque van ligadas a la vejez, y al vivir más años y dado el envejecimiento de la población, aumenta el número de afectados.
No obstante, el doctor Álvarez es optimista de cara al futuro. «Mi experiencia es que la gente cada vez está más preparada y hace deporte con más criterio. Se cuida más. Además, si el grado de la artrosis no es muy importante, la práctica moderada del deporte puede ser beneficiosa incluso para la articulación».
La medicina ha evolucionado en el tratamiento de la artrosis y ha ampliado el abánico de soluciones para este problema. A nivel articular, los tratamientos irían desde la técnica quirúrgica de limpieza del cartílago, la corrección de los ejes de las extremidades, biología celular, factores de crecimiento del propio paciente -células extraídas de las plaquetas del paciente que ayudan a regenerar tendones, músculos, cartílagos y huesos-.
La medicina regenerativa, llamada así porque se basa en el uso de sustancias activas extraídas del cuerpo del propio paciente, ha desatado «una auténtica revolución» en el campo de los tratamientos contra la artrosis. El arsenal terapéutico disponible en la actualidad es muy variado y posibilita una auténtica terapia a la carta ajustada a las necesidades de cada paciente. No siempre permite superar el problema, pero contribuye de manera decisiva a aliviar el dolor y a garantizar una mejor calidad del vida al afectado.
La terapia varía en función del alcance de la lesión y de las actividades cotidianas de cada afectado. El objetivo es amortiguar el malestar del paciente, restablecer la funcionalidad de la articulación y evitar que el mal avance.
Las primeras armas que suelen utilizarse contra los dolores articulares son el ejercicio, la dieta, los masajes y las terapias de frío y calor. Los fármacos se reservan para calmar el dolor y reducir la rigidez de las articulaciones. El último eslabón de la cadena terapéutica es el quirófano, al que se recurre en los casos más severos.
Los primeros síntomas dolorosos de la artrosis y la artritis se combaten con fármacos antiinflamatorios. El siguiente paso en el caso de que el dolor persista consiste en la infiltración de corticoides, que permiten una remisión temporal de las molestias.
En los últimos años, la farmacia para la atención de los problemas articulares se ha visto enriquecida con unas sustancias llamadas sysadoas, que detienen la progresión de la artrosis y que favorecen la formación de cartílago, el tejido sobre el que reposan y se articulan los huesos. Todo ello para mitigar los excesos del deporte. Pero como reza el refranero, más vale prevenir que lamentar.