Es un caso único. Un ejemplo de planificación hasta llegar al éxito personal y empresarial. Pocos la pararían por la calle en España para pedirle un autógrafo o sacarse una foto. Sin embargo, es venerada en países como Australia, Alemania o Francia. Y es que Gisela Pulido (Barcelona, 14-01-1994) es uno de los grandes referentes de mujeres que triunfan en el deporte, y no solo con los éxitos, sino también con el esfuerzo.
Domina desde los 10 años su disciplina en categoría absoluta, el kitesurf, deporte extremo del que es ocho veces campeona del mundo y, actualmente, con 17, tiene una empresa de deportes náuticos junto a su padre, maneja una sociedad para la gestión de sus derechos de imagen y acumula grandes cantidades de ingresos por campeonatos y patrocinios. Olas, mar y viento para alcanzar la gloria. Una carrera deportiva que comenzó con pasión, ilusión, tenacidad y un objetivo claro: ser la mejor.
Gisela vive en Tarifa (Cádiz), un paraíso para los windsurfistas, donde puede aprovechar las mejores rachas de aire del Mediterráneo. Hace años se trasladó allí junto a su padre, dejando lejos su Cataluña natal, porque allí no podía entrenarse correctamente. «Al principio no tenía patrocinadores. Era un deporte nuevo y nadie garantizaba ningún éxito, ni personal ni deportivo. Al final todo ha salido perfecto», reconocía durante una conferencia en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid sobre 'Emprendimiento y Deporte'.
No olvida sus estudios, y este año cursa 2º de Bachillerato. «Lo he aprobado todo. Cuando no estoy en el agua o entrenando, estoy estudiando. Hago lo mismo que cualquier chica de mi edad, pero con menos tiempo por los entrenamientos». Y es que el esfuerzo es máximo para esta joven recientemente premiada con la Medalla al Mérito Deportivo del Consejo Superior de Deportes y nominada a 'Mujer del Año'. «Entreno dos horas de trabajo técnico y una hora de trabajo físico. El entrenamiento físico me lo llevan desde Red Bull, desde Austria. Y el técnico lo lleva mi padre porque me graba con una cámara. Me paso casi más tiempo en el agua que en la tierra».
Campeona desde la cuna
Su padre le contagió el amor por el fascinante mundo del surf desde que era un bebé. Él ha sido su maestro y le enseñó todo lo que sabe, aunque con el kitesurf sentía cierto recelo. «Lo tenía prohibido porque era demasiado peligroso», reconoce Gisela . No obstante, como todo ser humano, tuvo la tendencia de sentirse atraída por ello. Como suele ocurrir, lo imposible o prohibido se vuelve tentador, así que su padre tuvo que claudicar. «Basta que me prohibiera algo para que tuviera más interés. Al final, con ocho años, conseguí que me enseñara», apunta. Y es que la niña era buena, muy buena.
Su nivel era tal que sus progenitores decidieron probarla en competiciones internacionales, ya que en España no era posible. En 2003 compitió en los dos 'tours' que existen: Kitesurf Por World Tour (KPWT) y Profesional Kitesurf Riders Association (PKRA), logrando un podio que provocó que se aprobara una enmienda para fijar un mínimo de edad de 14 años para la competición. La decisión dejó la única posibilidad de competir con la KPWT y sus padres creyeron que era demasiado joven para hacer el circuito entero (Brasil, Alemania, Venezuela...). Gisela pactó con su padre que si subía al podio, podría participar en el siguiente torneo. Además, tenía que continuar con sus estudios. Desde aquel momento no se ha bajado del cajón y colecciona un palmarés de vértigo.
Uno de sus grandes retos ha sido cruzar el Estrecho de Gibraltar, competir contra el ferry que hace ese trayecto a Tánger y superar las traicioneras aguas que rodean a los Doce Apóstoles en el estado de Victoria (Australia). Ahora el sueño de Gisela es ver al kitesurf como deporte olímpico: «Ha sido reconocido por la Federación de Vela y el Comité Olímpico pero también está el windsurf y solo hay dos medallas, femenino y masculino para windsurf. Es posible que cambien y pueda haber dos más. Quizás para los Juegos Olímpicos de Brasil. Espero poder verlo».