Llegó al banquillo del FC Barcelona más por casualidad que por devoción, pero ya no se cambiaría por nada. Berta Carles Bové lleva cinco años ejerciendo de segunda entrenadora del equipo azulgrana y no le interesa ningún otro lugar. Se ha hecho a este puesto y es el que más le llena.
No obstante, Berta fue jugadora. Hasta que diversas circunstancias y operaciones de rodilla le dirigieron hacia el estudio y colgó las botas con 23 años: «Tuve dudas porque todo el mundo me decía que era muy pronto, pero fue la decisión correcta». La carrera de INEF era muy compatible con su interés por la preparación física y, de paso, no se alejaba del deporte. Todavía jugaba en las filas del Barcelona cuando llegó Xavi Llorens y fue él quien la invitó a pasar de las botas a las pizarras. Berta aceptó la invitación, que ya dura cinco temporadas: «Y cada vez estoy más segura de que este es mi sitio».
Todos los comienzos son duros, el suyo no fue una excepción: «Cambiar el rol no es fácil. El orden y la disciplina no son los mismos siendo jugadora que cuando vistes la otra camiseta. Pensé que sería más fácil y que el vestuario sabría perfectamente distinguir uno y otro, pero al principio fue un poco complicado», recuerda. Sin embargo, el tandém que formó con Llorens fue afianzando su confianza. Berta le reconoce como su mentor: «Todo lo que sé lo he aprendido de él porque no he trabajado con nadie más. Y cada año me doy cuenta de que aprendo más y de que trabajo también mucho más».
El esfuerzo tiene su recompensa. El Barcelona es líder de la liga femenina con unos números de récord: 100 goles a favor, solo 16 en contra; 26 partidos ganados, un empate y una sola derrota. «Lo que me llena es ver que cada año mejoras: tu equipo, tú misma, cómo afrontas los problemas, cómo los soluciones... Habrá un momento en el que no se mejore más, pero por el momento vamos paso a paso», afirma con contundencia.
Que el club cada vez tenga más confianza en su apartado femenino también ayuda: «Desde que yo era jugadora hasta ahora el fútbol ha evolucionado mucho en favor de las mujeres. El Barcelona ya se siente orgulloso de nuestro espacio y eso favorece en que ahora tengamos un gimnasio o que apueste más por nosotras. Sin duda es algo que hemos ganado con el tiempo y con el esfuerzo de hacer las cosas bien».
Acostumbrada a las clases de la facultad, lo que más le llamó la atención de cuando pasó a ser la segunda entrenadora de Xavi Llorens fue la preparación física. «Pero después vi que todo me gustaba y que todo me interesaba. En el banquillo hay tantas cosas que analizar y de las que estar pendiente que se generan en ti nuevas motivaciones. Quería aprenderlo y todo y ahí estoy».
Todavía no piensa en el futuro, porque el presente le llena: «Enseñar a las chicas a cuidarse me motiva mucho, que sean ellas las que aprendan a conocer su cuerpo, a entrenarse mejor les convenga». Por eso, hasta que no llegue el momento de que su cabeza le pida un cambio, no quiere ni planteárselo, pero no cree que su camino se dirija fuera de Barcelona: «Es mi casa y así lo siento, me costaría mucho irme de aquí. Además, aquí puedo compaginar las labores de entrenadora con las de preparadora física y si me hiciera elegir entre las dos tendría un problema».
Hasta el momento, ser segunda entrenadora del equipo líder de la Liga femenina es su trabajo más permanente. Ha tenido varios, pero sabe que este es el que quiere mantener fijo, pase lo que pase. Su autoexigencia cuando era jugadora la ha trasladado a su visión del fútbol desde el banquillo y ya no se acuerda de los rituales que comenzó a hacer más por miedo que por convicción: «Nunca he sido supersticiosa, pero conforme íbamos ganando pensaba "Y si un día no hago esto y perdemos?", así que continué hasta que perdimos con el Rayo y se acabaron las supersticiones. El esfuerzo y el trabajo es lo te dan los resultados, nada más».
Disfrutó jugando, pero no tanto como disfruta ahora aconsejando y viendo evolucionar a las chicas. Los resultados demuestran que su trabajo es impecable, y Berta solo tiene un consejo: «Hay que sentirlo».