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 ANÁLISIS - Benilde Vázquez

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La lucha por la igualdad fue ardua y también lo fue en el deporte. Para hacemos una idea de esta larga lucha en un siglo de convocatorias de JJ.OO., las mujeres pasaron del 8% de participación en el 1900 al 37,9% en 2000. Algunas fechas son ya míticas en este recorrido, por ejemplo los J.J.OO. de 1928 en Ámsterdam, donde por primera vez se incluyen pruebas atléticas femeninas, y los de 1984 en Los Ángeles, con la primera maratón femenina de la historia.

Por tanto, se ha recorrido un largo camino desde la negativa rotunda de Pierre de Coubertin a la participación de las mujeres en los JJ.OO. hasta la publicación de la Carta Olímpica, cuyo artículo 5º dice que:

"El COI estimulará, por todos los medios apropiados, la promoción deportiva de las mujeres a todos los niveles y en todas las estructuras, y especialmente en los órganos directivos de organizaciones deportivas nacionales e internacionales con vistas a la aplicación estricta del principios de igualdad de sexos".
Sin embargo, a pesar de esta y otras declaraciones que podríamos citar y de los éxitos alcanzados por las mujeres en la última década, persisten algunas diferencias, tanto en el número de participantes como en el número de pruebas. Actualmente el número de pruebas femeninas representa todavía el 42% del total de las pruebas.

La participación femenina española fue mucho más lenta: solo dos mujeres en París en 1924 y solo a partir de 1960 en Roma se puede hablar de representación española, con once representantes. Solamente a partir de Seúl en 1988, y sobre todo de Barcelona de 1992, se puede hablar de continuidad y consistencia en nuestro deporte olímpico.

CUADRO 1:  PARTICIPACIÓN FEMENINA ESPAÑOLA EN LOS JJ.OO.

 

TOTAL PARTICIPANTES

TOTAL MUJERES

% MUJERES

PARÍS 1924

120

2

2

ROMA 1960

155

11

7

TOKIO 1964

58

3

5

MÉXICO 1968

151

2

1

MUNICH 1972

132

5

4

MONTREAL 1976

120

10

8

MOSCÚ 1980

163

10

6

LOS ÁNGELES 1984

191

20

10

SEÚL 1988

257

40

16

BARCELONA 1992

503

141

28

ATLANTA 1996

306

97

31

SYDNEY 2000

313

89

28

Fuente: Benilde Vázquez, con datos del Consejo Superior de Deportes de España

A mediados del siglo XX, concretamente a partir de los años sesenta, los beneficios del Estado de Bienestar llegan también al deporte y aparecen nuevas prácticas que pudiéramos englobar bajo el rótulo de "Deporte para Todos", tratando de democratizar las prácticas deportivas dando cabida a masas de población que no podían ser incluidas en el modelo competitivo dominante hasta entonces.

Es cierto que las campañas de Deporte para Todos tuvieron un éxito desigual en los hombres y en las mujeres, en gran medida porque el referente seguía siendo el deporte competitivo y profesional y la mujer se sentía poco identificada con él.

Por otra parte, la asociación de estas prácticas deportivas con el ocio y el tiempo libre ha puesto de manifiesto la desigual distribución de los mismos en relación al género y supuso una nueva limitación para la participación de las mujeres. Para Jennifer Hargreaves (1993):

"Las ideas convencionales sobre la naturaleza del ocio y del trabajo, y sobre todo las relaciones entre ambos, proporcionan un punto de partida para el análisis de las desigualdades entre hombres y mujeres en el deporte".

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