Pero no quedarán justificadas, en su origen, las decisiones deportivas mientras la subjetividad femenina no consiga establecerse críticamente a favor del cambio en el depone. No se trata de instaurar un concepto revanchista, que escinda, desde otra perspectiva, lo femenino frente a lo masculino, en otro intento injusto por establecer la disyuntiva de la condición humana, entre unos y otras, sino de apostar por un esfuerzo humanizador, ético por antonomasia, que dé a luz un nuevo concepto conjuntivo de la realidad deportiva.
Y si el origen, el principio, de las decisiones radicaría en las palabras sexualmente incondicionadas, su ámbito y su alcance tampoco deberían admitir ningún tipo de diferenciación sexista. Es decir, que es preciso reconocer originariamente y proyectivamente la calidad interpretativa y creadora con la que la mujer formaliza su presencia crítica en el espacio y en el tiempo del fenómeno deportivo. La radical parcialidad con que, hasta el momento, se ha dado cuenta del deporte a la opinión pública, ha desvirtuado su comprensión social, y le ha hecho perder su condición humana, rebajándolo a una mera categoría de la configuración masculina.
1.3. Formas nuevas de ser mujer
En estas circunstancias atreverse a repensar la condición humana deportiva supone, ante todo, inventarse formas nuevas de ser mujer sin dejar de ser deportiva. Una triple responsabilidad, es cierto, porque ni humanamente, como sujeto de la historia, ni mundanamente, como proyecto social, ni deportivamente, como criterio de actividad física, la mujer está reconocida como elemento sustancial paritario de la biografía de¡ siglo XXI.
Incluso se enmascara la presencia de la mujer deportiva en los tratamientos periodísticos, o se formula esa presencia conforme a una serie de tópicos, pretenciosos en su presentación de la femeneidad, como si el deporte fuera menos deporte en clave de mujer, menos fuerte, menos espectacular, menos competitivo, menos técnico. O simplemente se cita esa presencia en espacios reducidos de la información en una tacañería, a todas luces injustificable, de palabras y de imágenes.
Como primera conclusión de estas primeras palabras deducimos que la desconsideración, o consideración sesgada, hacia la condición humana deportiva, traiciona no sólo el concepto deporte, acogedor por esencia de todas las posibles conductas que en él se instalen, sino lo que es peor, destruye la propia realidad humana recluida en la sinrazón egoísta, falsa y excluyente de la persona masculina.
2. OTRAS VERSIONES DEL CONCEPTO DEPORTE
2.1. El deporte, respuesta subjetiva
La segunda perspectiva desde la que repensar la condición humana deportiva, nos situaría más allá de los términos que delimitan el concepto tradicional de¡ deporte -el deporte objetivamente considerado- y nos obligaría a contemplar el deporte subjetivamente, es decir, teniendo en cuenta, prioritariamente, a sus protagonistas.
Ya sabemos que el deporte, como objeto de consideración científica, ha sido catalogado, con todas las matizaciones de rigor que se quieran apostillar, como posibilidad lúdica, como criterio educativo, como proyecto de recreación, y como espectáculo asociado al alto rendimiento. De esta cuádruple valoración emerge, informativamente hablando, el deporte de alto rendimiento, asociado a su vez, y de forma igualmente destacada, con la persona masculina.