¿No tiene nada que decir la persona femenina, protagonista también del deporte en todas sus facetas, frente a esta realidad partidista de la condición humana deportiva? ¿Es masculino, por definición, el deporte? ¿Es el deporte, en clave femenina, una interpretación sucedánea de lo que ocurre en el terreno de las opciones masculinas? ¿No debería enriquecerse el deporte, como tal, con las distintas respuestas del ser persona femenina, de tal manera que incluso su propia definición técnica experimentara importantes modificaciones?
Porque si la corporeidad es la expresión, la forma más evidente y más definitiva de estar alguien instalado en la vida, y si la mujer está más y mejor instalada corporalmente en el mundo que el hombre, y si el deporte es descubrimiento del modo de ser y de actuar del cuerpo humano, ¿por qué, entonces, la condición humana deportiva, que es intrínsecamente corpórea, no se define, al menos simultáneamente, por las personas masculina y femenina?
2.2. Un quehacer de todos
La vida humana es un quehacer, es un algo que acontece conjuntivo, en implicación de sexos, no en oposición ni en prevalencias. Pero de no ser así, si sigue siendo disyuntiva, intransigente, implicada solo parcialmente la participación femenina en la construcción de¡ mundo, entonces la condición humana deportiva, en estos albores del siglo XXI, está pidiendo a gritos ser repensada a la búsqueda de una nueva identidad.
Afirmaciones recientes, entre otras, de que el fútbol nació masculino y así debe permanecer, o de que la prueba atlética del salto con pértiga sólo se adapta a las cualidades de los competidores masculinos, o de que tanto el ciclismo como el rugby virilizan a las mujeres, además de constituir una grave acusación contra la dignidad de la mujer, significan un despropósito contra la versatilidad de¡ deporte, considerado como objeto de valoración técnica.
¿Tan rígida es la estructura del deporte respecto a esas cuatro virtualidades, anteriormente reseñadas, que no admite ser repensado y hasta configurado de nuevo de parte de sus protagonistas femeninas, cuando por otra parte asistimos a los cambios profundos que están desfigurando los tradicionales reglamentos deportivos bajo el apremio comercial de las televisiones? ¿Acaso la persona femenina competidora adolece de falta de respuestas creativas, como para transformar la dinámica interna de los deportes, sin otras aportaciones que no sean copias menguadas de los comportamientos gestuales masculinos?
2.3. La autoestima de la persona femenina
Los manifiestos feministas reivindican la urgencia de inventar maneras inéditas de ser mujer. Y afirman que para lograrlo habrá que mirar al mundo desde otras experiencias y otros sitios, debido a que las mujeres siempre han quedado en deuda con su circunstancia vital. Por lo tanto, si el pensamiento feminista apela a la autoestima con que superar a diario los conflictos desfasantes por ser mujer, es lógico que reconozcamos, también, que la condición humana deportiva redime el aquí y el ahora de la autoestima de la mujer deportiva para crear identidades deportivas aún inéditas.
El recordatorio de que la historia del deporte evidencia un cúmulo interminable de aventuras increíbles por abrirse paso y ser reconocido como fenómeno humano, nos permite mostramos esperanzados respecto al fin del capítulo que califico del "todavía no", y que responde al hecho de que las personas femeninas se vean obligadas a vivir los valores que otros piensan y determinan por ellas.